El verano siempre ha sido mi estación favorita del año, desde que era niña disfrutaba de los días soleados y las tardes jugando en el jardín, corriendo por aquí y por allá, jugando con el perro o ayudando a mi mamá con sus plantas y flores que tenía plantadas por todo el jardín.

Recuerdos de mi infancia

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Cuando llegaba el verano y era el último día de clases, mamá nos dejaba invitar amigos nuestros a pasar la tarde. Ella decoraba el jardín con flores de papel, banderitas de colores y una mesa al fondo con dulces, bebidas y un poco de comida para todos.

Pasaron los años y fuimos creciendo, nuestras tardes ya no se trataban de jugar por el jardín sino de salir con nuestros amigos, a mis hermanos y a mí nos dejó de emocionar de esa manera la llegada del verano y mi madre fue perdiendo la ilusión de vernos jugar y correr en el jardín como si nada más en el mundo importara.

 

El momento de volar del nido

 

Llega un momento en la vida de todo ser humano en el que decide dejar su casa y emprender un camino independiente. En ese momento tienes que decirle adiós a tu casa, cocina, muebles y jardín. No sabes cuándo volverás y no sabes cuándo podrás tener tu propio espacio, uno que sea solo tuyo y no sabes cuándo tendrás tu propio jardín.

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En búsqueda de un lugar especial

 

Después de vivir en varios departamentos, algunos pequeños, algunos a los que nunca invité a mi madre, algunos con poca luz y, lamentablemente, sin jardín, los recuerdos no dejaban de invadirme cada verano y decidí empezar a ahorrar para comprar una casa, un lugar que fuera mío, un lugar donde pudiera tener mi propio jardín.

Tras una larga búsqueda, por fin encontré la casa que se convertiría en mi lugar, mi espacio seguro, mi jardín. Al terminar la mudanza y sentirme instalada, empecé mi búsqueda en internet ‘ideas para jardines, cómo decorar un jardín, jardines modernos, diseño de jardines’, lo que más quería era un jardín mío, un jardín que, al verlo, me hiciera sentir en casa y me recordara que todo el esfuerzo y años en lugares pequeños y sin jardín, habían valido la pena, pero también quería un jardín que me recordara esas tardes de verano, que ahora, siendo mayor, añoraba tanto.

 

Diseñando el jardín de mis sueños

 

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Hablé con mi madre para preguntarle si aún usaba sus muebles de jardín, tenía una mecedora de madera en la que se sentaba por las tardes a leer un libro o tomar un café mientras mis hermanos y yo corríamos por todas partes riendo y jugando. Quería mantener mi jardín como si fuera siempre el primer día del verano. Un jardín perfecto no es un buen jardín si no tienes muebles para exterior, sentarse a leer un libro, invitar a tus amigas a pasar la tarde o pasar días grises animándote con recuerdos y creando nuevos.

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Después de algunos meses, logré tener el jardín que siempre había querido, de un lado planté unas flores de muchos colores, casi en el centro puse los muebles que eran de mi mamá y en la otra pared colgué flores de papel. Afortunadamente encontré los muebles Exteria y con ellos descubrí el balance perfecto que necesitaba mi jardín. Poco a poco fui mejorando en mi habilidad en diseño de exteriores y poco a poco iba adquiriendo más muebles de jardín que me sirvieron para ofrecer reuniones maravillosas que he pasado con mis amigas y familia en este jardín.

No entiendo cómo pude haber pasado tanto tiempo sin un jardín, pero ahora, es mío y nadie me alejará de él. Nada impedirá que siga creciendo junto a él, creando historias maravillosas sentada en la mecedora en la que mi mamá nos vio crecer.

GU

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